06.06.2024
En el Corán, Allah dice:
“¿Acaso piensan los hombres que se les dejará decir: ¡Creemos! sin ser puestos a prueba?
Es verdad que ya probamos a los que les precedieron. Para que Allah sepa quiénes son sinceros y quiénes son los falsos.” [29:2-3]
Durante nuestro tiempo en esta Dunya, creemos que Allah (swt) pondrá a prueba a los creyentes para comprobar nuestro nivel de fe y de confianza en Él. A menudo escuchamos historias de valentía y coraje. Historias de hombres que se han enfrentado a los mayores tiranos y salvado a otra gente de su opresión.
Una de las más grandes historias que narra el Corán es la de Ibrahim (sas). Esta historia es especial porque una y otra vez, vemos como Ibrahim (sas) fue puesto a prueba y cómo respondió de la mejor manera. Vemos en su ejemplo cómo persistió en complacer y depender totalmente de la voluntad de Allah (swt).
Uno de los ejemplos más gráfico de su Tawakkul (confianza en Allah) fue la historia del sacrificio…
En la Sura as-Saffat, aprendimos que Allah inspiró a Ibrahim (sas) con un sueño. En ese sueño, pudo ver como estaba sacrificando a su hijo Ismail (sas). Cuando Ibrahim (sas) le contó este sueño a su hijo, un chico justo y virtuoso, se dio cuenta que venía directamente de Allah, y animó a su padre a hacer lo que Allah ordenaba.
Durante su camino hacia el lugar del sacrificio, Saytan se apareció a Ibrahim (sas) hasta tres veces y trató de tentarle haciéndole desistir de su cometido. Ibrahim (sas) le tiró piedras cada una de las veces que se le apareció. Cuando llegaron al lugar, e Ibrahim puso el cuchillo sobre el cuello de Ismail, sucedió un milagro, y Allah hizo aparecer un carnero donde estaba Ismail (sas). Allah dijo entonces a Ibrahim (sas) que había pasado la prueba, y que sacrificara al animal en lugar de a su hijo.
Gracias a esta historia, aprendemos una profunda lección, viendo la profunda convicción con la que Ibrahim (sas) trata de cumplir su encargo.
Si lo estudiamos de una forma más profunda, podemos ver que Ibrahim (sas) sacrificó algo con lo que luchamos día a día todos los humanos. Algo que no podemos ver pero que está en nosotros. Algo que a veces nos sobrepasa y nos hace salir del camino impuesto por Allah. Con lo que sucedió aquel día, aprendemos que Ibrahim (sas) sacrificó sus deseos más terrenales por amor a Allah. Y eso es lo que vive en nosotros, y nos hace luchar entre el camino del bien y del mal. Por mucho que quería a su hijo, él quería a Allah todavía más. Puso a Allah como centro y foco de su vida, y lo demostró de la forma más gráfica y clara, y de esta forma salió victorioso. Allahu Akbar. Esta es una lección para todos nosotros, de mostrar una absoluta tawakkul y actuar con total ihsaan (excelencia). Allah no sólo quedó complacido por su acción, sino que le recompensó con la bendición de un nuevo hijo:
“Y dejamos la historia de Ibrahim para la posteridad, para que cuando sea recordado entre Mis criaturas, digan: ¡La Paz sea con Ibrahim! Así es como recompensamos a los benefactores. Ciertamente él era uno de Nuestros siervos creyentes. Y le anunciamos el nacimiento de Isjaq, quien sería un Profeta y se contaría entre los justos.” [Corán, 37:108-112]
Es importante ver esta historia y preguntarnos a nosotros mismos, ¿qué me está enseñando? ¿Qué estamos haciendo que nos daña a la larga? ¿Qué deseos estamos complaciendo que oscurecen nuestro corazón? ¿Qué sacrificio puedo realizar en este mes bendito para alimentarme espiritualmente y buscar la complacencia de Allah?
Uno de los pilares del islam es el Hajj (la Peregrinación). Todo musulmán está obligado a realizar esta peregrinación al menos una vez en la vida. Durante el Hajj, los musulmanes conmemoran esta historia y deben también realizar el sacrificio de un animal si lo pueden permitir.
“Y completad la Peregrinación y la Umrah por Allah. Pero en el caso de que algo os impidiese completarla, sacrificad el animal que podáis como ofrenda (camello, vaca, cordero o cabra). No os rasuréis vuestras cabezas hasta que llegue el momento. Si alguien de vosotros estuviere enfermo o sufriere una dolencia en su cabeza (y se rasurase) deberá expiar ayunando o dando limosna, o sacrificando un animal. Si hay seguridad en el camino, quien haga la Umrah primero y luego la peregrinación que sacrifique el animal que pueda, y si no encuentra qué sacrificar o no dispone de medios deberá ayunar tres días allí y siete a su vuelta: diez días completos. Esto es para quienes no viven en las proximidades de la Mezquita Sagrada. Temed a Allah y sabed que Allah es severo en el castigo.” [Corán 2:196]
Tanto si realizas el Hajj como si no, puedes participar en la Sunnah de realizar la Udhiya/Qurbani. Se narró que el Profeta (sas) permaneció en Medina durante diez años, y todos los años realizaba el sacrificio. Es un acto de adoración que es apreciado por Allah, y cuando realizas la promesa de sacrificar, reflejas esta historia y puedes preguntarte qué defectos personales, malos hábitos o faltas puedes también sacrificar este mes.
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