La Historia del Profeta Ibrahim (sas)

la historia de Ibrahim

la historia de Ibrahim

Los primeros 10 días del último mes del calendario islámico, Dhul Hijjah, son los días del Hajj, Hayy o Peregrinación mayor, el quinto pilar del islam. Estos días, cientos de miles de musulmanes de todo el mundo se preparan para peregrinar hasta La Meca, mientras el resto, al no peregrinar, realizan buenas obras, ayunan, rezan y donan a la caridad durante este periodo tan especial (se consideran estos 10 días como el mejor momento del año para recibir el perdón de Allah SWT y son los días en las que las buenas acciones le agradan más).

Por eso, es importante que recordemos la historia que hay detrás del Hajj.

Todo comenzó con nuestro padre el Profeta Ibrahim (sas). Su vida estuvo llena de pruebas y tribulaciones, de todas ellas podemos aprender, y a través de las cuales el Profeta Ibrahim se convirtió en un ejemplo para la humanidad. Con su sincera sumisión y su fe inquebrantable, se le terminó conociendo como el Amigo de Allah.

Nace un Profeta

En el reino de Babilonia, muchos ídolos eran venerados como si fueran dioses. El padre de Ibrahim, Aazer, era un conocido escultor que esculpía ídolos de piedra y madera. Cuando era niño, Ibrahim veía a su padre trabajar, y a menudo usaba esos ídolos como juguetes.

Ibrahim no podía entender cómo las personas podían adorar a esos adornos de piedra en los templos. Su padre le explicaba que esas estatuas representaban dioses, y la gente les ofrecía comida y otros bienes pidiéndoles favores. Esta explicación no satisfacía a Ibrahim. En su corazón sentía que eso no estaba bien.

A medida que crecía, Ibrahim se convencía más y más de que esos ídolos que la gente adoraba eran falsos. Habitualmente se preguntaba: “¿Cómo unas estatuas de madera y piedra pueden ser dioses?” Especialmente considerando que esas estatuas no tenían poder, ni otorgaban beneficio o daño, eran simplemente objetos.

Ibrahim escucha la voz de Dios

Una noche, Ibrahim viajó hasta una montaña para observar el cielo y la naturaleza. Al rato, Ibrahim escuchó una voz que le llamaba – No era otro que su Señor, Allah, ordenándole que se sometiera a Él y se convirtiera en musulmán.

Temblando, Ibrahim cayó al suelo. Se postró ante Allah llorando: “Me someto ante el Señor del universo!”. Finalmente se levantó y volvió a casa. La vida de Ibrahim se transformó para siempre – y su corazón se llenó de una gran paz.

Ibrahim trata de propagar la palabra de Allah

Ibrahim tenía entonces una nueva misión – contar la verdad a la gente, y ayudarles a aceptar a Allah como el único dios verdadero. Primero, fue hasta su padre a quien amaba profundamente. Ibrahim le dijo: “¡Padre mío! ¿Por qué adoras lo que no te puede escuchar ni te sirve de provecho? ¡Padre! Me ha sido revelado un saber del que nada conoces. Sígueme, pues te voy a conducir por el recto Camino.” [Corán, 19:42-43] Enfadado, su padre rechazó su propuesta y le dijo que se fuera lejos de su vista.

Sin dejar que esto le afectara, Ibrahim decidió canalizar sus esfuerzos en mostrar el mensaje de Allah entre sus vecinos, pero ellos le rechazaron y le trataron violentamente. Ibrahim ideó un nuevo para hacer que sus conciudadanos cambiaran de parecer.

El Plan de Ibrahim

En la víspera de una gran celebración, Ibrahim sabía que los habitantes de la ciudad la abandonarían para realizar un gran festín. Cuando se marcharon, Ibrahim fue hasta su templo para llevar a cabo una misión como profeta: demoler sus ídolos, excepto uno, el más grande para poder explicarles el error que habían cometido.

Cuando la gente volvió, quedaron horrorizados. Sus ídolos yacían en ruinas. Rápidamente recordaron que Ibrahim les había estado animando a rendir culto a Allah, y a someterse a la fe monoteísta de Ibrahim. Le preguntaron: “Esto lo has hecho tú?” Ibrahim dijo que no. “Esa estatua, la más grande, lo ha hecho, preguntadle”. La ciudadanía respondió: “¡Sabes que no puede hablar!”, e Ibrahim les dijo: “Entonces ¿cómo podéis adorar a cosas que no pueden ver ni escuchar? No pueden ni siquiera protegeros. ¿Habéis perdido la cabeza?”

Todos quedaron en silencio, sabiendo que Ibrahim tenía razón en ese aspecto, pero su orgullo no les permitía rechazar a los ídolos que habían estado adorando durante generaciones. La ira se generó en el gentío.

El milagro del fuego

La masa de gente gritó que Ibrahim debía ser quemado. Querían venganza por la destrucción de sus ídolos y sólo la sangre de Ibrahim podía calmarles. La decisión de su ejecución quemado vivo fue autorizada por Nimrod, el rey de Babilonia, y sus sacerdotes. La noticia se extendió rápidamente y miles de personas de todo el reino acudieron para presenciar el acto.

Se creó un gran patíbulo en el que se acumuló una gran cantidad de madera. Iba a ser la mayor hoguera que nadie había visto jamás. Ibrahim estaba encadenado de pies y manos, y puesto en una catapulta que lo lanzaría sobre la hoguera. En ese momento, Ibrahim recibió la visita del ángel Jibreel, que dijo: “¿Hay algo que deseas?”. Ibrahim contestó que su único deseo era que Allah estuviera contento con él. Podía haber pedido cualquier cosa, pero en vez de rogar por su vida, eligió pedir la bendición del Allah.

Allah no podía permitir que el Profeta fuera ejecutado. Ordenó que el fuego fuera un lugar fresco y pacífico para Ibrahim, y el fuego obedeció, quemando tan solo las cadenas de Ibrahim. Él comenzó a caminar fuera de la hoguera, sin una gota de sudor en su piel o halo de humo surgiendo de sus ropas. Los espectadores comenzaron a gritar, asombrados: “El Dios de Ibrahim le ha salvado del fuego!”.

Sara e Ibrahim

Tras vencer al Nimrod el rey de Babilonia en una batalla dialéctica, Ibrahim continuó su misión de difundir la palabra de Allah. Sólo una mujer, Sara, y un hombre, Lot, le escuchaban y seguían. El grupo viajó hasta Siria y Palestina, llamando a la gente a seguir la palabra de Allah, y realizando buenas obras.

Ibrahim y Sara se casaron, deseando tener hijos que les ayudaran a difundir el mensaje de Allah pero el tiempo pasaba y aparentemente Sara no podía quedarse embarazada. La pareja se ubicó en Egipto, donde Sara tuvo una sirvienta llamada Hajar.

Sara estaba triste al ver que su marido ya comenzaba a tener canas. No podía verle envejecer sin ser padre, así que le ofreció a Hajar como segunda esposa a su marido. Tras rezar a Allah, Ibrahim y Hajar fueron bendecidos con un bebé al que pusieron de nombre Ismail.

Los retos de Hajar e Ismail en el desierto.

Allah dio instrucciones al Profeta Ibrahim para que preparara a Hajar y al pequeño Ismail para un largo viaje. La familia viajó hasta el desierto de Arabia, donde las dunas ocupan miles de kilómetros y no hay signo de vida humana. Ibrahim hizo que Hajar e Ismail subieran a una colina llamada al-Marwa y dejó su mujer y a su hijo bajo el cobijo de un árbol, con una bolsa de dátiles y algo de agua, y se marchó.

Las provisiones de Hajar y de Ismail se terminaron pronto, y madre e hijo comenzaron a deshidratarse. Desesperada, Hajar subió a las colinas de as-Safa y al-Marwa siete veces, buscando en la distancia si algún nómada aparecía. Finalmente se desmayó, exhausta.

Entonces Hajar escuchó una voz. El ángel Jibreel apareció, golpeando el suelo arenoso con su pie. Un arroyo de agua apareció y Hajar recogió esa agua para beber y llenar su cantimplora. El arroyo se llamó Zamzam, y hasta el momento, los musulmanes que realizan la peregrinación del Hajj beben de esa agua sagrada.

Hajar tuvo entonces una fuente de agua que además le permitía comerciar con viajeros nómadas. Madre e hijo tenían comida y agua que beber. Cada vez más gente iba hasta la fuente de agua y se construyó un campamento cerca. Comenzaron una nueva vida en Meca, convirtiendo el desierto en un bullicioso y próspero lugar. Ismail creció y se convirtió en un chico sano y cabal, y aprendió árabe.

La obediencia del Profeta Ibrahim

Años después, Ibrahim volvió a Meca y ver de nuevo a su hijo, ya convertido en un hombre. Allí conoció que Hajar había fallecido en su ausencia. Allah quiso probar la sumisión de Ibrahim de nuevo.

Durante un sueño, se le ordenó al Profeta Ibrahim sacrificar a su hijo Ismail en honor de Allah. Ibrahim se lo contó a su hijo, y ambos decidieron acceder a la voluntad de Dios. Ismail se postró en el lugar de sacrificio con su frente en tierra, mientras su padre acercó un cuchillo afilado hacia su cuello.

Justo en ese momento, Allah le dijo: “¡Oh, Ibrahim! Has accedido a mis órdenes y ahora serás recompensado.” Un gran carnero apareció como sacrificio alternativo, y, en lugar de su hijo, Ibrahim sacrificó ese carnero por la gloria de Allah.

La construcción de la Kaaba

Juntos, Ibrahim e Ismail continuaron la llamada a adorar a Allah pero no había un lugar físico donde rezarle. Ibrahim deseaba que hubiera un lugar específico donde la gente pudiera encontrar la paz y focalizarse completamente en alabar a Allah. Poco después, Allah le ordenó que construyera la casa Sagrada, la Kaaba.

Ibrahim y su hijo trabajaron juntos para construir la Kaaba. Eligieron un montículo elevado sobre las tierras de alrededor y comenzaron a construir los cimientos. Ismail encontró las piedras, y su padre las colocó construyendo altas paredes. Cuando terminaron la construcción, el ángel Jibreel bajó del cielo para enseñar a Ibrahim los rituales del Hajj.

Usando una piedra grande como plataforma, Ibrahim se dirigía a su gente, animándoles a obedecer a Allah. Esa larga piedra aún se puede ver junto a la Kaaba, y se conoce como “Makam Ibrahim”.

Continuando los sagrados rituales del Hajj y el Sacrificio

Año tras año, millones de musulmanes de todo el mundo viajan hasta la Meca en Arabia Saudí para rodear la Kaaba que Ibrahim (sas) e Ismail (sas) construyeron, y recorrer el camino entre las dos colinas de al-Marwa y as-Safa como hijo Hajar.

También conmemoramos la obediencia del Profeta Ibrahim (sas) sacrificando un animal (generalmente un cordero, una oveja o una vaca) o pagando para que se sacrifique un animal en nuestro nombre, y su carne distribuida entre los pobres.

Con Human Appeal, puedes estar seguro que cada pieza de carne del Sacrificio que dones llegará hasta las personas necesitadas. Puedes escoger el país donde quieres que se realice el sacrificio (y se reparta la carne) entre una lista de 8 que proponemos.

Mientras la festividad del Eid al-Adha se acerca, debemos recordar el sacrificio del Profeta Ibrahim (sas) y cumplir nuestra responsabilidad de mostrar compasión a familias que viven una terrible situación de necesidad en varios puntos del mundo. Es cuando mostramos más compasión con los necesitados cuando Allah nos muestra su misericordia a nosotros.

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